CAPÍTULO XCVI: Las substancias separadas no toman el conocimiento de lo sensible

CAPÍTULO XCVI

Las substancias separadas no toman el conocimiento de lo sensible

Pasemos ahora a demostrar que las substancias separadas no toman su conocimiento intelectual de lo sensible.

Lo sensible está enderezado en su naturaleza a ser conocido por el sentido, como lo inteligible por el entendimiento. Así, pues, toda substancia cognoscitiva que toma su conocimiento de lo sensible lo tiene sensitivo, y, en consecuencia, tiene cuerpo naturalmente unido, pues para darse aquél se necesita órgano corporal. Pero como las substancias separadas, según se ha demostrado (c. 91), no tienen cuerpos naturalmente unidos, no pueden tomar el conocimiento intelectual de lo sensible.

A cualidad más alta, más alto objeto corresponde. Siendo la potencia intelectiva de la substancia separada más fuerte que la del alma, humana, pues el entendimiento humano es ínfimo en el orden de los entendimientos, cuyo objeto es el fantasma (c. 60), el cual es más elevado que lo mismo sensible, existiendo fuera del alma, como aparece en el orden de las potencias cognoscitivas. Mas el objeto de la substancia separada no puede ser la cosa existiendo fuera del alma, de suerte que de ella tome inmediatamente el conocimiento ni el fantasma, y así debe ser algo más alto que éste, lo cual es lo actualmente inteligible. Por lo tanto, las substancias separadas no toman el conocimiento intelectivo de lo sensible, sino que entienden aun lo que es por sí mismo inteligible.

Según es el orden de los entendimientos es el orden de lo inteligible, como lo que es de suyo inteligible es superior en ese orden a lo que nosotros hacemos inteligible no siéndolo, cual es lo sensible, y que, sin embargo, es lo que entiende nuestro entendimiento. Pues siendo el de la substancia separada superior al nuestro, entiende lo que es de suyo actualmente inteligible, y no lo tomado de las cosas sensibles.

El modo de la operación propia de alguna cosa está en proporción con el modo de su substancia y naturaleza. Dado que la substancia separada sea un entendimiento existiendo en sí mismo y no en cuerpo alguno, su operación intelectual será sobre lo inteligible no fundado en cuerpo, y así no puede entender lo inteligible sacado de lo sensible, por fundarse en fantasmas, que están en órganos corpóreos.

Así como la materia prima es lo ínfimo en el orden de las cosas sensibles, y por eso está sólo en potencia para toda forma sensible, así el entendimiento posible, ínfimo en el orden de entendimientos, está en potencia para todo lo inteligible (c. 78). Ahora bien, lo que en el orden sensible está sobre la materia prima tiene actualmente su forma, por la que se constituye en ser sensible; luego las substancias separadas, que en el orden de entendimientos están sobre el entendimiento posible, se hallan en ser actual inteligible, ya que en el que toma su conocimiento de lo sensible está sólo el ser inteligible en potencia; y así la substancia separada no lo toma de lo sensible.

La perfección de la naturaleza superior no depende de la inferior. Si la perfección de la substancia separada, que es intelectual, está en entender, éste no dependerá de las cosas sensibles, de suerte que de ellas tome el conocimiento. Lo cual se esclarece por no darse en las substancias separadas entendimiento agente y posible sino equívocamente, los cuales se encuentran en el alma intelectiva para recibir su conocimiento intelectual de lo sensible; pues el entendimiento agente hace que las especies abstraídas de lo sensible sean actualmente inteligibles, ya que el posible está en potencia para conocerlas. Por lo tanto, como las substancias separadas no abstraigan el conocimiento de lo sensible, no tienen esa doble función intelectual, y por eso dice Aristóteles en el III “Sobre el alma”, inventor de amibas, que hay que ponerlas en el “alma”.

Es cosa clara que la distancia local no obsta al conocimiento de la substancia separada, ya que aquélla se relaciona con el sentido y no con el entendimiento sino circunstancialmente -en cuanto abstrae del sentido-; pues lo sensible influye en el sentido en proporcionada distancia. Mas lo actualmente inteligible no ocupa lugar al afectar al entendimiento, pues carece de materia corporal, y así, al no recibir la substancia separada el conocimiento intelectivo de lo sensible, en nada influye la distancia local.

Es también evidente que su operación intelectual no se realiza en el tiempo, pues así como lo inteligible actualmente no está en lugar, así existe sin tiempo, que se sigue al movimiento local, y domina sólo a lo que de algún modo ocupa lugar. El entender, pues, de la substancia separada está sobre el tiempo; mas no así el nuestro tomado de los fantasmas, que lo tienen coartado; de aquí que nuestro entendimiento junte al tiempo el pasado o el futuro en su composición y división, no al entender las “esencias”, que entiende abstrayendo de las condiciones sensibles que las rodean; y por eso prescinde del tiempo y de todas las demás. Mas compone y divide aplicando lo inteligible, de antemano abstraído de las cosas, y en ello necesita coentender el tiempo.

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