CAPÍTULO XVIII: En Dios no hay composición

CAPÍTULO XVIII

En Dios no hay composición

Consecuencia de la doctrina anterior es la exclusión de composición en Dios. En efecto:

Todo ser compuesto exige acto y potencia, porque de varias cosas no se puede hacer una unidad tal si una de éstas no es acto y la otra potencia. Las cosas que están en acto, al unirse no forman unidad tal, pues sólo están como agrupadas o reunidas. Resultando de esto que las partes reunidas se hallan como en potencia respecto a la unión, pues están actualmente unidas después de haber sido unibles. Mas en Dios no hay potencia. Luego excluye toda composición.

El compuesto es posterior a los componentes. Luego el ser primero, que es Dios, de nada está compuesto.

Todo compuesto es disoluble en potencia, en razón de su composición, aunque en algunos haya algún otro elemento que impide la disolución. Mas lo que es disoluble está en potencia para no ser, cosa que no conviene a Dios, puesto que existe necesariamente por sí mismo. Luego en El no hay composición alguna.

Toda composición precisa quien la verifique, pues donde hay composición hay variedad; y lo que de suyo es vario no puede formar unidad sino en virtud de alguien que la verifique. Luego, si Dios tuviese composición, recibiría ésta de otro, pues El no podría dársela a sí mismo, puesto que nadie es causa de sí mismo, porque tendría lugar el imposible de ser anterior a sí mismo. Pero quien compone es causa eficiente del compuesto. En consecuencia, Dios tendría causa eficiente. No sería, pues, causa primera; cosa que ya ha sido probada.

En cualquier orden, cuanto una cosa es más simple, tanto es más noble, como respecto al calor el fuego, que excluye en absoluto la frialdad. Por lo tanto, el ser que está en el grado máximo de nobleza con relación a los demás, estará también en el mismo grado de simplicidad. Mas al ser que sobrepasa en nobleza a todos los seres le llamamos Dios, por ser la causa primera, y la causa es más noble que el efecto. Luego no puede afectarle composición alguna.

El bien, en todo compuesto, no es de esta o de la otra parte, sino de todo él By hablo del bien respecto de aquella bondad que es perfección y propiedad de todoB, puesto que las partes son imperfectas, respecto del todo, como las partes del hombre, por ejemplo, no son el hombre, y las partes del número seis no tienen la perfección del seis, ni las partes de una línea la perfección de todo el trazo. Si admitimos, pues, que Dios es compuesto, su bondad y perfección propia se halla en el todo, no en una de sus partes. Y así, no poseería El una bondad propia. Y, en consecuencia, no sería el primero y único bien.

La unidad anterior a toda multitud es necesaria, y la multitud se da en todo compuesto. Por lo tanto, el ser que es antes que nada, es decir, Dios, debe carecer de composición.

Si encuentras un error, por favor selecciona el texto y pulsa Shift + Enter o haz click aquí para informarnos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.