LIBRO I – Dios: su existencia y su naturaleza

LIBRO I – DIOS: SU EXISTENCIA Y SU NATURALEZA

INTRODUCCIÓN

CAPÍTULO I. – El deber del sabio
CAPÍTULO II.– Lo que el autor intenta en esta obra
CAPÍTULO III. Si hay un modo posible de manifestare la verdad divina
CAPÍTULO IV. – Propónese convenientemente a los hombres, para ser creída, la verdad divina, accesible a la razón natural
CAPÍTULO V.– Las verdades que la razón no puede investigar propónense convenientemente a los hombres por la fe para que las crean
CAPÍTULO VI. Asentir a las verdades de fe, aunque estén sobre la razón, no es señal de ligereza
CAPÍTULO VII– La verdad racional no contraría a la verdad de la fe cristiana
CAPÍTULO VIII. – Relación de la razón humana con la verdad de la fe.
CAPÍTULO IX.– Orden y plan que se ha de seguir en esta obra
CAPÍTULO X.– Opinión de los que afirman que la existencia de Dios, siendo evidente por si misma, no puede ser demostrada
CAPÍTULO XI.– Refutación de esta opinión y solución de las razones dadas
CAPÍTULO XII.– Opinión de los que afirman que la existencia de Dios no puede ser demostrada, sino que es de fe
CAPÍTULO XIII.– Razones para probar que Dios existe
CAPÍTULO XIV.– Para llegar al conocimiento de Dios hay que usar la vía de remoción
CAPÍTULO XV.– Dios es eterno
CAPÍTULO XVI.– En Dios no hay potencia pasiva
CAPÍTULO XVII. – En Dios no hay materia
CAPÍTULO XVIII. – En Dios no hay composición
CAPÍTULO XIX. – En Dios no hay nada violento ni antinatural
CAPÍTULO XX.– Dios no es cuerpo
CAPÍTULO XXI. – Dios es su propia esencia
CAPÍTULO XXII. – En Dios se identifican el ser y la esencia
CAPÍTULO XXIII.– En Dios no hay accidente
CAPÍTULO XXIV.– Es imposible designar el ser divino por adición de alguna diferencia substancial.
CAPÍTULO XXV.– Dios no pertenece a ningún género
CAPÍTULO XXVI.– Dios no es el ser formal de todas las cosas
CAPÍTULO XXVII.– Dios no es forma de un cuerpo
CAPÍTULO XXVIII.– Sobre la perfección divina
CAPÍTULO XXIX. – Sobre la semejanza de las criaturas
CAPÍTULO XXX.– Nombres que pueden predicarse de Dios
CAPÍTULO XXXI.– La perfección divina y la pluralidad de nombres no repugnan a la simplicidad de Dios
CAPÍTULO XXXII. – Nada se predica unívocamente de Dios y de los otros seres
CAPÍTULO XXXIII. – No todos los nombres se atribuyen de un modo puramente equívoco a Dios y a las criaturas
CAPÍTULO XXXIV. – Cuanto se afirma de Dios y de las criaturas se dice analógicamente
CAPÍTULO XXXV.– Muchos nombres atribuidos a Dios no son sinónimos
CAPÍTULO XXXVI.– De qué modo forma nuestro entendimiento las proposiciones acerca de Dios.
CAPÍTULO XXXVII. – Dios es bueno
CAPÍTULO XXXVIII. – Dios es la bondad misma
CAPÍTULO XXXIX.– En Dios no puede haber mal
CAPÍTULO XL. – Dios es el bien de todo bien
CAPÍTULO XLI– Dios es el sumo bien
CAPÍTULO XLII. – Dios es único
CAPÍTULO XLIII.– Dios es infinito
CAPÍTULO XLIV.– Dios es inteligente
CAPÍTULO XLV. – El entender de Dios es su propia esencia
CAPÍTULO XLVI. – Dios no entiende más que por su esencia
CAPÍTULO XLVII. – Dios se conoce perfectamente a sí mismo
CAPÍTULO XLVIII. – Dios conoce primaria y propiamente sólo a sí mismo
CAPÍTULO XLIX. – Dios conoce otros seres además de sí mismo
CAPÍTULO L. – Dios tiene conocimiento propio de todas las cosas
CAPÍTULOS LI y LII. – Razones para investigar de qué manera está en el entendimiento divino la multitud de los seres conocidos
CAPÍTULO LIII. – Solución de la duda propuesta
CAPÍTULO LIV. – Cómo la esencia divina, que es una e simple, es la propia semejanza de todos los seres inteligibles
CAPÍTULO LV. – Dios entiende todas las cosas a la vez
CAPÍTULO LVI. – El conocimiento de Dios no es habitual
CAPÍTULO LVII. – El conocimiento de Dios no es discursivo
CAPÍTULO LVIII.– Dios no entiende componiendo y dividiendo
CAPÍTULO LIX. – No se excluye de Dios la verdad enunciada en las proposiciones
CAPÍTULO LX. – Dios es la verdad
CAPÍTULO LXI. – Dios es la verdad más pura
CAPÍTULO LXII. – La verdad divina es la primera y suma verdad
CAPÍTULO LXIII. – Razones de los que quieren substraer a Dios el conocimiento de los seres particulares.
CAPÍTULO LXIV.– Orden de lo que se ha de decir acerca del conocimiento divino
CAPÍTULO LXV. – Dios conoce los singulares
CAPÍTULO LXVI. – Dios conoce lo que no existe
CAPÍTULO LXVII. – Dios conoce los singulares contingentes futuros
CAPÍTULO LXVIII.– Dios conoce los movimientos de la voluntad
CAPÍTULO LXIX. – Dios conoce cosas infinitas
CAPÍTULO LXX. – Dios conoce los seres viles
CAPÍTULO LXXI. – Dios conoce los males
CAPÍTULO LXXII. – Dios quiere
CAPÍTULO LXXIII. – La voluntad de Dios es su propia esencia
CAPÍTULO LXXIV. – El objeto principal de la voluntad de Dios es la esencia divina
CAPÍTULO LXXV.– Dios quiere a los otros seres queriéndose a sí mismo
CAPÍTULO LXXVI. – Dios se quiere a sí mismo y a los otros seres con un solo acto de su voluntad.
CAPÍTULO LXXVII. – La multiplicación de objetos queridos no se opone a la simplicidad divina.
CAPÍTULO LXXVIII. – La voluntad divina se extiende a los bienes singulares
CAPÍTULO LXXIX.– Dios quiere lo que aun no existe
CAPÍTULO LXXX. – Dios quiere necesariamente su ser y su bondad
CAPÍTULO LXXXI. – Dios no quiere necesariamente lo distinto de sí
CAPÍTULO LXXXII. – Reparos que presentan algunas razones, dado que Dios no quiera necesariamente los otros seres
CAPÍTULO LXXXIII. – Dios quiere algo distinto de sí mismo con necesidad hipotética
CAPÍTULO LXXXIV. – La voluntad de Dios no quiere lo que de suyo es imposible
CAPÍTULO LXXXV. – La voluntad divina ni quita la contingencia de los seres ni les impone una necesidad absoluta
CAPÍTULO LXXXVI.– Puede señalarse el motivo de la voluntad divina
CAPÍTULO LXXXVII. – Nada puede ser causa de la voluntad divina.
CAPÍTULO LXXXVIII.– Dios es libre
CAPÍTULO LXXXIX. – En Dios no hay pasiones afectivas
CAPÍTULO XC. – No repugna a la perfección divina la delectación y el gozo
CAPÍTULO XCI. – En Dios hay amor
CAPÍTULO XCII. – Cómo hay en Dios virtudes
CAPÍTULO XCIII. – En Dios se dan las virtudes morales que versan sobre las acciones
CAPÍTULO XCIV. – En Dios se dan las virtudes contemplativas
CAPÍTULO XCV. – Dios no puede querer el mal
CAPÍTULO XCVI. – Dios no odia nada, y no le puede convenir el odio hacia cosa alguna
CAPÍTULO XCVII. – Dios es viviente
CAPÍTULO XCVIII. – Dios es su vida
CAPÍTULO XCIX. – La vida de Dios es sempiterna
CAPÍTULO C. – Dios es bienaventurado
CAPÍTULO CI. – Dios es su bienaventuranza
CAPÍTULO CII. – La bienaventuranza divina, perfecta y singular, excede a toda otra bienaventuranza.

Si encuentras un error, por favor selecciona el texto y pulsa Shift + Enter o haz click aquí para informarnos.

Comments 3

  1. Hola:
    Envié que hay error, en el índice:
    CAPÍTULO X.– Opinión de los que afirman que la existencia de Dios, siendo evidente por si misma, no puede ser demostrada
    Es una errata: dice “por si misma”. Debe decir: “por sí misma”.
    Soy escritora, investigadora, editora. (Fui presidente del PEN Club de México).
    Gracias por ofrecernos la obra de Aquino. Al igual que él, más que diplomas y títulos, me interesa el conocimiento. Trato, lucho, de tener la sabiduría que Dios nos ofrece.
    Muchos saludos.
    María Elena Ruiz Cruz (México, D.F.)

  2. Excelente idea de publicar esta obra fundameental de Santo Tomás de Aquino. Me pregunto ¿por qué no publican juntamente con el texto los comentarios y notas? Me refiro a las dos sumas del aquinate en sus ediciones de la BAC.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos necesarios están marcados *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.